La educación
inclusiva y discapacidad
información extraída de Internet
Para enlazar y aclarar
la relación entre las nuevas concepciones acerca de la discapacidad y la
educación inclusiva, se alude a lo plantado por Aguilar (2003: 6-7) “es
importante destacar el papel que ha jugado la discapacidad en el surgimiento de
la misma(educación inclusiva), esto con un doble propósito; por un lado
desterrar la errónea creencia que la educación inclusiva es aquella que hace
referencia exclusivamente a los estudiantes con discapacidad en las aulas
regulares; pero por otra parte reconocer como la educación inclusiva se nutre
de un significativo cambio que se ha operado en la forma de percibir y entender
hoy la discapacidad”
La nueva concepción
de la discapacidad centrada en el
entorno y lo social, es tremendamente aplicable para entender que
las dificultades educativas de un estudiante no pueden ser explicadas simplemente por
su condición de discapacidad, sino
que por el contrario son las
características del sistema educativo[1] en sí mismo (planes de
estudio inapropiados, formación de docentes
inadecuada, instalaciones inaccesibles, inexistencia de apoyos y
otros) las que están creando
"barreras para el aprendizaje y la participación" de estos y posiblemente de otros estudiantes. (Aguilar,
2003).
Al hacer referencia
también a otros estudiantes (no solo los que presentan una condición de
discapacidad), se parte de una visión más amplia, la cual se establece con claridad en el Marco de Acción de la Declaración de
Salamanca de 1994, punto 3, que proclama:
“las escuelas deben
acoger a todos los niños, independientemente de sus condiciones físicas,
intelectuales, sociales, emocionales, lingüísticas u otras. Deben acoger a niños discapacitados y niños bien dotados,
a niños que viven en la calle y que trabajan, niños de poblaciones remotas o
nómada, niños de minorías lingüísticas, étnicas
o culturales y niños de otros grupos o zonas desfavorecidas o marginadas.
(p.61).
Por esto, desde mi propia concepción la educación
inclusiva debe ser entendida como un movimiento educativo fundamentado en el principio de educación para todos, que como tal
reconoce la educación como un derecho inalienable de todas las personas. Por lo
tanto y consecuentemente se opone a
cualquier forma de segregación en la educación por razones personales,
sociales, étnicas o culturales.
Esto se pliega entonces, a que la educación inclusiva se debe asumir desde
una nueva visión ideológica, así como a un ordenamiento
del sistema educativo conceptual y estructuralmente distinto al que
conocemos. Dentro de esta visión no son
los estudiantes quienes deben responder a las necesidades del sistema,
sino que es el sistema el que se debe
transformar para dar respuestas a la
diversidad estudiantil con
criterios de equidad y calidad.
Sin embargo, es
importante entender que la inclusión de
estudiantes con discapacidad no puede sustraerse de un concepto amplio como lo
es el de diversidad, sino que en él encuentra pleno sentido, dado
que este planteamiento nos lleva a centrar la atención no tanto en lo que
tienen de diferente estos alumnos –aunque lógicamente sin menoscabo de sus
características personales-sino en la naturaleza de la respuesta educativa, es
decir el tipo y grado de ayuda que necesitan para progresar. (Giné, 2001:2).
Lo anterior no
obstante, hace necesario despejar y
reafirmar, como aclara Echeíta citado por Meléndez (2003:16), que “la inclusión no es la etiqueta moderna para
la educación especial, ni un sinónimo de integración tal y como ésta ha venido
desarrollándose en los últimos años”.